Las redes sociales y el espejismo corporativo: Cuando hablar no significa ser escuchado

En la actualidad, muchas empresas viven atrapadas en un espejismo digital. Publican constantemente en redes sociales, celebran sus cifras de seguidores, invierten horas en diseñar contenidos… pero casi nadie los ve. La escena se repite: perfiles corporativos con decenas de miles de seguidores y publicaciones que apenas superan los 50 “me gusta” y 3 o 4 comentarios, muchas veces de empleados o cuentas automatizadas. ¿Qué está fallando?
Una gran mayoría de contenidos corporativos no tienen impacto real
El problema no es solo de cantidad, sino de calidad de conexión. Tener 40.000 seguidores y que solo interactúen 80 o 90 personas es equivalente a hablar en una sala vacía. El algoritmo lo sabe y penaliza el contenido que no genera interés inmediato. El resultado: las publicaciones corporativas desaparecen del feed de la mayoría de sus seguidores, enterradas por videos virales, memes o contenido emocionalmente más atractivo.
Y sin embargo, muchas empresas siguen creyendo que están “haciendo lo correcto” porque mantienen presencia, publican con frecuencia y siguen acumulando seguidores. Lo que no ven es que están desperdiciando recursos —humanos y económicos— en un contenido que no tiene recorrido. Se está malgastando talento, creatividad y estrategia en un sistema que no favorece lo corporativo si no se adapta.
¿Por qué los algoritmos ignoran a las empresas?
Las redes sociales priorizan la interacción. No importa si un contenido es “importante”, “útil” o “bien hecho”. Lo que importa es si genera clics, comentarios, compartidos. Las publicaciones corporativas suelen estar orientadas a comunicar logros, mostrar productos o reforzar imagen de marca, pero pocas veces conectan emocionalmente con el público. Tampoco suelen sorprender, ni entretener, ni enseñar cosas nuevas. En otras palabras, no cumplen con las reglas no escritas de la viralidad.
Además, el contenido de marca suele tener un interés muy segmentado. Si lo que compartes solo le sirve a un 2% de tus seguidores, ¿por qué los algoritmos deberían mostrarlo más allá de ese pequeño grupo?
El error más común: hablar como marca, no como persona
Las redes sociales son espacios personales. La gente entra para entretenerse, aprender o distraerse, no para leer comunicados de empresa. Por eso, los mensajes que suenan “institucionales” son ignorados. En cambio, las marcas que logran ser escuchadas son aquellas que hablan como personas, que cuentan historias, que comparten conocimientos útiles, que muestran vulnerabilidad, que hacen reír o pensar.
Hoy, una marca necesita tener voz, pero también rostro. Humanizar la comunicación ya no es una estrategia diferenciadora; es una necesidad. Y eso implica crear contenido que parezca hecho por humanos, no por departamentos.
¿Cómo recuperar visibilidad sin renunciar a la identidad corporativa?
Aquí van algunas ideas clave:
- Educar o entretener antes que promocionar. Contenido que enseña o que provoca emociones tiene más probabilidades de ser compartido y comentado.
- Apostar por el video, los reels y los formatos que el algoritmo prioriza. El contenido plano tiene menos vida útil que nunca.
- Trabajar con voceros o microinfluencers. A veces, el mensaje llega más lejos si lo dice alguien de fuera (o alguien interno que tenga una audiencia real).
- Publicar menos y medir más. No se trata de cantidad, sino de resonancia.
- Invertir en campañas pagadas con segmentación inteligente. Porque lo orgánico, por sí solo, rara vez basta.
Conclusión: el ruido no es impacto
Las redes sociales son hoy una parte esencial de la estrategia de comunicación, pero también son un entorno en el que las empresas están en clara desventaja. Seguir publicando como si fuera 2015 es autoengañarse. Hoy, más que nunca, hablar no significa ser escuchado. Y tener presencia no equivale a tener relevancia.
No se trata de dejar de estar, sino de estar mejor. De crear menos contenido y lograr más conexión. De dejar de gritar desde un logo y empezar a conversar como una voz con rostro, con criterio y con emoción.
- El ruido no es impacto.
- Publicar no es ser escuchado.
- Estar no es conectar.
¿Estás repensando tu estrategia de contenido? ¿O aún midiendo resultados por número de publicaciones y seguidores?
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